Te levantas el lunes sin ganas de nada, con la sensación de no haber aprovechado el fin de semana.
El martes piensas todo lo que falta para que llegue el viernes.
El miércoles te desanima lo larga que se está haciendo la semana.
El jueves lo pasas como puedes porque “mañana es viernes”.
El viernes, ese día que llevas esperando toda la semana tampoco es para tanto. Llega la noche y estás tan cansado que no te apetece ni plantearte algo que hacer el sábado.
Pasas toda la semana pensando en cuántos días faltan para el viernes sin disfrutar ninguno y cuando llega piensas que solo quedan dos días para que vuelva a ser lunes.
Así pasan días, semanas, meses, años… Y ya estamos en 2008.
No sé si alguna vez he sido feliz, pero ahora no lo soy.
Nizár
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